Pequeño, perdido,
corriendo con prisa
sin saber con certeza
hacia dónde me dirigía,
luchador vencido,
coleccionando el caos
y los desórdenes
en cada esquina,
con el hambre enquistada
en la memoria,
con el frío
adherido a los huesos
y arrastrando
con el equipaje
centenares de sueños muertos,
siempre ausente
e intocable,
con las contradicciones
embaladas en el silencio,
con las ganas quebradas
pero aferrado al intento,
indiferente a todo,
secuestrado en mi propio universo,
en punto muerto,
al borde de la rendición,
de la resignación,
del abandono.
…Cuando te encontré.
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