El vínculo que me une a tí
es delicado,
sutil,
es transparente,
brillante y flexible,
su tacto es de seda
y su resistencia de acero.
No conoce la quiebra
ni el óxido.
No entiende
de desgaste
o erosión
por el paso del tiempo.
¿Cómo he sobrevivido tanto sin tu alimento?
Tal vez era fuerte
porque esperaba
paciente tu llegada.
Y ahora ansío
lo que me entregas.
Me aferro a ello
como se atesora
la última gota
de agua en el desierto...
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